La Envidia al Problema
13 de Agosto 2013 Guadalajara Jal. Mx. Esta tarde en el tren había una prostituta con uno de esos chicos que se mueren por besar a las muñecas. Los enamorados se daban a la fuga de la vista de los demás, fundiendo la realidad en sus brazos. El miedo era el eco de cada uno de sus besos, y la fe parecía haber dejado de bendecir sólo a las almas puras. Ella, colgada del cuello de él, acariciaba su cabeza mientras lo besaba lentamente. Él, hipnotizado e insípido, era un pañuelo en sus manos. Ojeras, narices y labios rojos. Cuando el tren se detuvo, ella recargó su espalda en un tubo y dejó caer su cabeza en los hombros de él. La ternura entre ambos, sucia e inocente, amargó a varios de los inquisidores jueces que los veían desde sus asientos. La poca ropa de ella, y su rostro perfecto con los ojos encantados. La ropa barata de él, tan flaco y tan fuerte como cualquier chico que se aventura a la vida de las calles.. Dos mochilas en el suelo, las evidencias bien agarr