La fiebre en Navidad abriendo un hoyo negro en la historia humana

Invierno, época de luz, frío, sensibilidad y deficiencia energética para el ser humano. Es fácil enfermarse en estas fechas, atraer pensamientos o contraer virus capaces de derrumbarnos, ¿pero eso por qué? 





"Toma una infusión, prepárate un ponche con frutas de temporada; toma vitaminas, abrígate, inhala amor, exhala amor"
- Vox populi del espíritu navideño

No es sencillo para todos mantener la paz ante un ambiente que nos despierta tantas dudas, tantas cuestiones sobre nosotros, sobre lo que queremos, sobre lo que representa cada persona en nuestra vida, sobre lo que somos capaces de aceptar y de consumir, sobre lo que nos motiva, sobre lo que significa para cada uno la palabra: Dar. La Navidad, en términos generales, es una celebración en que hay que procurar la armonía, la buena voluntad, la unidad, el amor. Una consciencia inquieta no está preparada para fiestas, villancicos y compromisos que peligrosamente podrían terminar significando dinero y tiempo perdido.

Hay una fiebre que incrementa sus patologías año tras año, que enferma incluso a las más radiantes presencias en las posadas, es innombrable como Lord Voldemort, irreflexionable como la confesión, y se sabe que puede provenir de lugares tan remotos como el fondo de la cartera, el fondo de la memoria, el fondo del corazón o el centro de una vieja fotografía. La fiebre es comparable a la tristeza, a la niebla, a la soledad, pero no surge de ellas. La cura a la fiebre solo la puede descubrir quien la padece, si quiere y si las defensas bajas no se confunden con las agallas.

¿Y por qué se padece de esta fiebre? La vida es justa, la naturaleza no lo es, y la enfermedad lo explica. En la vida hay correspondencias entre el servir y el merecer, entre las acciones y los resultados, las causas y los efectos, lo cual es maravilloso si pensamos en que en el reino natural no existe la justicia, pues es una definición de la moral humana, y en la naturaleza si bien hay equilibrios y congruencias no hay moralidad. La vida y su justicia son hechos increíbles tan certeros como el ser. La vida, "milagros termodinámicos" diría el Doc. Manhattan, "sucesos con probabilidades en contra, tan astronómicas que son efectivamente imposibles, como que el oxígeno se transforme en oro.. En cada unión humana, mil millones de espermas luchan por un solo óvulo. Multiplica esas probabilidades por generaciones incontables, contra las probabilidades de que tus ancestros estuvieran vivos, se conocieran, engendraran a ese preciso hijo, esa exacta hija.. Destilar una forma tan específica de ese caos de improbabilidad.. Esa es la improbabilidad suprema, el milagro termodinámico." La Natividad, tan maravillosa como concepto, que es velo de las presentes celebraciones en occidente y qué más da si se refiere en realidad o no a un 6 de Abril, un 1ero. de Junio o un 25 de Diciembre, es la verdadera conmemoración de la vida humana ante Dios. Hay que recordar que Jesús, hijo de Dios y por lo tanto hermano nuestro, fue nuestro semejante, nuestro representante, un ejemplo de ascensión humana hacia lo divino al que hemos dejado de rendir honor por rendir tributo. El nacimiento de Jesús es ese milagro que somos todos los seres humanos, su esencia fue la nuestra, sus pasos como los nuestros, pero su proceder fue distinto, tal vez después disimulado y ahora tan tristemente ignorado que nos limitamos a iconizar a un bebé en un pesebre sin meditar un poco en la vida y su virtud.

La fiebre viene cuando el hombre se olvida, y con tanta gente enferma no hay palabras honestas para desear una "feliz navidad" a quienes mejor hay que animar a recuperarse. La vida se expresa, la mente se cansa, el cuerpo se atrofia. Pero la vida es más fuerte que la fiebre, proviene de un Amor sublime, un poder sublime que mantuvo al aceite judío ardiendo durante ocho días como ha provocado otros milagros entre tantos pueblos. Estas fiestas son por la vida, así que no necesitamos más luces, más dádivas, y no hace falta pan.

L perdida,
que también está en recuperación..

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