Allende el Once

Durante los últimos días he estado indagando con gran asombro en eso a lo que creo que llamamos "vidas pasadas", pero como no entiendo por completo los procesos naturales entre la mente y la física, he decidido buscar pistas removiendo maravillas entre los recuerdos más curiosos de mi infancia.

¿Qué me atrajo a esta búsqueda? Creanme, llevo bastante tiempo tratando de comprenderlo!

Todo esto se aclaró durante la llegada de la primavera, que este año me animó a hacerme algunas preguntas existenciales: 

¿En qué creo ahora? y, ¿en qué ya no?, ¿cuál es mi papel en esta vida?, ¿porqué sigo aquí? y, por lo tanto, ¿quién soy? 

Seguramente ustedes tienen un mejor orden para formular estas cuestiones, pero ese es el orden en el que me las he hecho yo, más guiada por la intuición que por el pensamiento racional. Y entre las coincidencias de la vida y mis conocimientos ocultos, he llegado a nuevas comprensiones. Una de estas emergió a través de la Numerología, disciplina de autoconocimiento que tengo un par de años estudiando y experimentando. Según esta antigua práctica, en esta vida mi número personal, es decir, el número (símbolo) que domina mi energía con su vibración, es el 11, y no puedo estar más conforme y agradecida por eso, porque se trata de un número con una misión tremendamente especial: servir e inspirar. ¿Acaso no es un concepto bello? ¿Cuánta nobleza, pero también, cuánta responsabilidad hay en ello?

Como algunos de ustedes sabrán, mi vida espiritual siempre ha sido un tema importante...

Creo que soy muy curiosa, siempre tuve dudas demasiado profundas; la fe y la magia eran ideas que me intrigaban enormemente aún siendo una niña. Fui precoz buscando a Dios y decepcionándome de la iglesia, así como también lo fui para emprender mi camino personal en la búsqueda de algo en qué creer.

Han pasado muchos años desde que inició esta travesía, he aprendido y conocido más cosas de las que esperaba, el universo resultó ser más complejo y más insignificante de lo que creía. Hasta perdí la noción de lo que valía la vida. 

Fue complicado tratar de navegar sin contratiempos en un mundo en el que las personas dan la máxima prioridad a su vida material, y adaptarme al ritmo del hoy, el ahora, la eficacia y la competencia... Hasta que caí en cuenta de que, después de integrarte, llegas al punto de entenderlo mejor y la vida te ofrece la posibilidad de salir de él antes de que olvides tus intereses primordiales. Es decir, a veces mientras intentas adaptar tu vida al ritmo del mundo, tienes que dejar de lado algunas de tus aspiraciones infantiles, y a eso es a lo que yo llamo los "intereses primordiales". Primordial es aquello que no solo es fundamental, sino que también, es importante en tu camino. Y las aspiraciones infantiles en realidad son primordiales, porque son pistas de la intuición que pretendían acercarte a tu misión de vida, a prepararte para realizarla.

Ya sé que hay personas que creerán que estoy siendo demasiado subjetiva, y en ese caso, me presento: esta soy yo y esta es mi realidad, que fuera de ese adjetivo, yo diría que está llena de sabiduría y valor.

Ahora volvamos a la investigación en curso, pues según las pistas que he recabado, este año termina uno de los ciclos más importantes de mi vida, y empieza uno aún más feroz. Este es el punto en el que empiezo a descubrirme y consolidarme a mí misma.

Quizá no les haya contado antes, ¿o sí? Pero hasta ahora le he dedicado mi vida a comprender y mejorar mi interacción con el mundo, a ser empática, a dominar mi sensibilidad, mi salud, y buscar algo grande en lo que pudiera creer, pero no le he dado suficiente importancia a lo que significo yo, o a que esté aquí, o a que sea parte de esta realidad; creía conocerme pero, últimamente siento que ya no soy la persona que educaron mis padres, que moldeó el ambiente, que graduaron las instituciones. Ya no soy el concepto de moda y belleza que perseguía, el personaje que describí en el curriculum, ni la historia que mis amigos han contado. Ya no sé quien rayos soy, pero acabo de entender que en este punto puedo explorar y aprender de todo aquello que he sido.

Desde el receso en el que se convirtió mi vida el año pasado, he examinado detalladamente mi camino, mis metamorfosis, los retos y la utilidad de todo; afortunadamente, estoy contenta conmigo, conforme con las leyes de la vida... pero nada de esto ha apagado mi curiosidad ¡Al contrario! Atravieso por un momento tan desconcertante, que ya quiero llegar a comprender el siguiente desafío. Pero qué emoción me da que ahora sí se trate de mí.

Así es, estoy volviendo a mis intereses primordiales, y no es que lo esté buscando como antes, sino que todo está "llegando por sí solo". Cada cosa que leo, cada situación en la calle, cada olor que percibo, cada palabra que recibo de las personas que me rodean, son puertas abiertas que me conectan con todo aquello que me interesaba cuando era una niña, e incluso me atrevo a exponer, que me estoy conectando con recuerdos que vienen de otros lugares, de otras épocas. Estoy atando cabos. Veo pistas constantemente y vivo asombrada con las respuestas que me están siendo entregadas.

¿Porqué me interesaba tanto encontrar a Dios? ¿Porqué me sentía tan atraída por la cultura hindú cuando era una niña? ¿Porqué anhelaba los viajes a Africa o a España? ¿Porqué soñaba recurrentemente con la aldea de casas anaranjadas? ¿Porqué cuando estoy frente al mar, o arriba de un escenario, siento que estoy en mi sitio? ¿Porqué me he sentido durante tanto tiempo desconectada de mi cuerpo?

Quizá tendríamos que ser amigos muy cercanos, para que confiaran y se emocionaran conmigo, con mis conclusiones, pero por el solo hecho de leer estos pensamientos, estoy agradecida, así que no me importa lo polémico o ridículo que pueda parecerles ya, que venga aquí y publique mis conclusiones. Simplemente esta es otra de las actividades primordiales que pueden conectarme conmigo, y si me estoy buscando, o volviendo a construir, haré lo que sea necesario para llevar a cabo mi misión.

La misión de un once nunca es sencilla, y menos como es mi caso, que soy doblemente once; es decir, que en mi vida pasada el mismo número rigió mi energía, y simplemente yo no tuve la voluntad de lograr aquello que venía a hacer, aunque creía que estaba haciendo lo correcto.

Por lo que descubrí, vengo de una vida pasada en la que no cumplí con precisión mis retos: defraudé, traicioné y arruiné los sueños de muchas personas; y a pesar de que intenté ser completamente honesta, lastimé a quienes creyeron en mí. Parece que la historia se trató de que, al no querer jugar con la fe de las personas, terminé hiriendo sus creencias. Así que esta vez me queda claro lo que voy a pagar, pero quiero jugar diferente, aplicar lo aprendido y lo recapitulado. Y espero que vengan, porque les voy a enseñar mi camino para que quede constancia de que lo estoy intentando.

.11.

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